El pasado Miércoles de Ceniza presencié una situación surrealista, por calificarla de alguna forma. Tenía lugar la presentación del Cartel del Domingo de Ramos al pueblo de Málaga. Dicha presentación tuvo lugar en la Iglesia de San Agustín, coincidiendo con el quinario que celebraba esos días la cofradía de Fusionadas. El altar mayor estaba presidido por Mª Santísima de Lágrimas y Favores y el Santísimo Cristo de la Exaltación. Al acto estaban invitadas todas las cofradías que se procesionan dicho día excepto una, Fusionadas.
Momento crucial del acto fue cuando los representantes de las distintas cofradías del Domingo de Ramos cantaron y rezaron la salve ante Mª Santísima de Lágrimas y Favores. Aquellos que intentan mandar al ostracismo a la Virgen de Lágrimas, estaban ahora hermanados ante Ella. Esta situación tenía que ser obra de Ella; quizás una señal o una parada a la reflexión. Y es que con actitudes como las acaecidas hasta ahora no se va a ninguna parte. No se puede jugar con los sentimientos de cientos de fieles y devotos de María Santísima, tenga la advocación del Amparo, Lágrimas y Favores, Concepción, Salud, Gran Perdón o de la Merced, ni tampoco se puede ir en contra del enriquecimiento de la Semana Santa ni del Domingo de Ramos.
Desearía que los responsables de esta situación fueran conscientes de esta señal y que hicieran un ejercicio de empatía para que recordaran el esfuerzo que cuesta procesionar cualquier titular, y no olvidaran los sentimientos de los que hacen posible que esto ocurra y de los que están en la calle esperando verlos pasar. Fiat lux y seamos verdaderos cristianos, actuando con coherencia y buena fe. Espero que esta sinrazón llegue a buen puerto y que el pueblo de Málaga sea el que gane con ayuda de Nuestra Señora, llamémosla como la queramos llamar.
Publicación Diario Sur, firmada por Manuel González Licerán.